sábado, 21 de septiembre de 2013

Quinua Requerimientos de suelos y fertilización

A menudo se ha indicado que la quinua es un cultivo rústico y que se produce en suelos pobres. Aunque efectivamente se puede desarrollar en estos suelos, los rendimientos serán lógicamente bajos.

La quinua prefiere suelos francos, semiprofundos, con buen contenido de materia orgánica y sobre todo que no se anieguen; con tan sólo 4 a 5 días de exceso de humedad se afectará su desarrollo.

El pH del suelo debe ser neutro o ligeramente alcalino, aunque algunas variedades procedentes de los salares en Bolivia, pueden soportar hasta pH 8, demostrando su carácter halófito; asimismo se ha encontrado quinua de suelos ácidos (pH 4,5) en Michiquillo y Cajamarca, Perú (Mujica, 1995, información personal).

La respuesta de la quinua al nitrógeno se ha estudiado bastante; ésta depende mucho de la precipitación en la zona y la precedente rotación de cultivos.

En la práctica, los campesinos no fertilizan la quinua, dependen de los nutrientes aplicados al cultivo anterior que es generalmente la papa. Cuando se siembra quinua después de un cereal o se repite quinua, se debe aplicar por lo menos estiércol de corral. Calzada (1951) fue uno de los primeros en estudiar la respuesta de la quinua a la fertilización orgánica y química; en ensayos efectuados en Puno y Huancayo encontró una significativa respuesta sobre todo al nitrógeno.

En múltiples investigaciones efectuadas en relación a la influencia de los diferentes nutrientes en la producción de quinua se puede concluir que, con una precipitación mayor de 600 mm, la quinua responde en forma significativa a niveles de 80 a 120 kg de nitrógeno; 60 a 80 kg de fósforo y hasta 80 kg/ha de potasio en suelos deficientes en este elemento, que muy rara vez se presenta en los suelos de los Andes.

En diferentes ensayos de fertilización de quinua, con humedad apropiada, se ha calculado que por cada kilogramo de nitrógeno por hectárea, hasta un nivel de 120 kg/ha, la producción de quinua se eleva en 16 kg/ha, lo cual, a los actuales precios de fertilizantes y grano, hace rentable la fertilización nitrogenada (Medina, 1966; Herquinio, 1971; Rivero, 1985).

Se ha encontrado además que existe una buena respuesta al desdoblamiento del nitrógeno aplicado mitad a la siembra y mitad al aporque (a los 50 días de emergencia).

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