miércoles, 1 de junio de 2016

Tarwi legumbre andina

Bolivia y, en general los países de la región andina de Sudamérica, cuentan con una legumbre única y excepcional por su aporte nutricional, el tarwi.

Mejor conocido en el país como chuchusmuti, este alimento pasa desapercibido en calles y mercados, tal vez porque los consumidores desconocen sus propiedades.

Esta legumbre fue domesticada mucho antes del surgimiento del Imperio Incaico y su cultivo se ha expandido en varios países.

Según datos de la Fundación Proinpa, el tarwi es una de las legumbres con mayor contenido de proteína (50 por ciento), alto contenido de omega 3, 6 y 9, alto contenido de calcio (10 veces más que la leche) y de fibra dietética.

Investigaciones realizadas en Italia, agrega la institución, identificaron que una fracción de la proteína llamada gamma conglutin, presente en el chuchusmuti, reduce el azúcar de la sangre por lo que su uso es cada vez más apreciado en el tratamiento de la diabetes, ya que dosis de 30 gr/día pueden regular el contenido de azúcar en la sangre.

“Por estas características es altamente recomendable el consumo cotidiano de tarwi por todas las personas a partir del año de edad”, indica Proinpa.

Con el objetivo de promover el consumo de tarwi, la Fundación Proinpa apoya a la empresa Panaseri SRL en el procesamiento de chuchusmuti. Hace poco se realizó el lanzamiento de mote de tarwi envasado en conserva y bolsas herméticas y con el nombre de Tarwix.

Cultivo

Proinpa explica que las familias de agricultores de la zona andina de Bolivia cultivan el tarwi amargo (Lupinus mutabilis) entre agosto y junio: generalmente no realizan prácticas de manejo de plagas ni enfermedades; la cosecha y poscosecha es realizada manualmente.

Los intermediarios que compran el tarwi, comercializan el grano en el mercado local (Cochabamba, Chuquisaca y Potosí, principalmente). Para convertir el grano de tarwi en chuchusmuti, se cocina el alimento y luego se lo desamarga (quitar los alcaloides) a través de sucesivos lavados con agua.

Útil para los suelos

El tarwi tiene capacidad de incorporar nitrógeno al suelo (gracias a bacterias del género rizobium) y solubilizar fósforo por lo que puede ser utilizado como abono, aumentando la materia orgánica, la retención de humedad y la estructura de la tierra.

Por sus características de rusticidad, se adaptan a medios ecológicos secos, por lo que se constituyen en una alternativa para la rotación de cultivos.

El tarwi genera una importante cantidad de biomasa (rastrojo), lo que permite incrementar el contenido de materia orgánica (más carbono) en los suelos, esta condición activa los componentes físicos, químicos y biológicos del suelo, mejorando su salud y productividad.

Esta característica puede ser aprovechada para recuperar y mantener la fertilidad y productividad de suelos en riesgo de erosión, como son los suelos del altiplano sur, que tienen poca materia orgánica, reducida estabilidad de agregados, deficiente capacidad de retención de humedad, baja población de microorganismos benéficos y baja fertilidad, lo que repercute en un bajo potencial productivo.

Siendo el suelo el principal capital de los agricultores, es importante realizar acciones que contribuyan a mejorar la salud del suelo y por ende el ecosistema en el que habitan las familias de agricultores, apunta Proinpa.

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