miércoles, 25 de enero de 2017

Origen de las plantas (II)

Esta agricultura que se desarrolló en los valles, laderas y altiplanos de los Andes Centrales tiene su inicio en la domesticación de plantas y animales, así como en el desarrollo de prácticas agrícolas, creación de herramientas agrícolas y la organización del trabajo, lo que permitió producir alimentos en condiciones de altas montañas, en forma exitosa hasta el siglo XVI.
Seguir el origen de las plantas cultivadas es un tema que demanda diferentes aproximaciones; estas incluyen las fuentes históricas y los hallazgos arqueológicos, es decir los restos de plantas que se encuentran en tumbas, o la información botánica a través de la presencia de granos de polen son testimonios valiosos; igualmente contribuyen las referencias gráficas en ceramios. Los escritos de cronistas y visitadores efectuados en la época inicial de la Colonia, aunque son a veces sesgados, dan sin embargo información sobre la ubicación e importancia de determinados cultivos nativos. Una tercera fuente son las expresiones lingüísticas, de los idiomas quechua y aymara, así como de los dialectos que aún subsisten.
Nicolás Vavilov determinó entre 1923 y 1939 que la región de los Andes Centrales que comprende el sur de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, constituye uno de los cinco principales centros de domesticación de plantas alimenticias en el mundo, asignándole 45 especies nativas económicamente útiles.
Esta riqueza de agrobiodiversidad se encuentra sin embargo expuesta a amenazas y maltratos; por lo tanto, la situación de la erosión genética es un tema muy controvertido. En el «Informe sobre el Estado de los Recursos Fitogenéticos en el Mundo», preparado para la Conferencia Técnica Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos realizada en Leipzig, Alemania en 1996 se indica que «en los países andinos se está registrando una erosión en gran escala de variedades locales de cultivos autóctonos y de plantas silvestres afines de las cultivadas».
En realidad se han reducido las áreas de cultivo; sin embargo y debido a la fuerza cultural y la labor de conservación que cientos de agricultores andinos realizan en Perú y Bolivia, los signos de erosión aun no son dramáticos, pero pueden aumentar peligrosamente en las próximas décadas, debido a la mayor influencia del mercado globalizado.

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