Granos |
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Quinua | Chenopodium quinoq | |
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Amaranto
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Amaranthus caudatus | |
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Maíz
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Zea mays | |
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Lupinus | Lupinus mutabilis | |
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Qañiwa | Chenopodium pallidicaule | |
Tubérculos |
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|
|
Papa | Solanum andigenum | |
|
Papa amarga | S. curtilobum, S juzepczukii | |
|
Oca | Oxalis tuberosa | |
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Isaño | Tropaeolum tuberosum | |
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Olluco | Ullucus tuberosus | |
Raíces |
|
|
|
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Arracacha | Arracacoa xamtjprroza | |
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Yacón | Esmalantus sonchifolia | |
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Chago | Mirabilis expansa | |
|
Maca | Lepidium meyenii |
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sábado, 31 de agosto de 2013
Simbología de los cultivos andinos
viernes, 30 de agosto de 2013
SISTEMAS AGRICOLAS ANDINOS
Se propone considerar y analizar un factor en el incremento de la producción de los cultivos andinos, que no ha sido suficientemente estudiado y del que depende su fomento. La propuesta es de reconocer los diferentes sistemas de cultivos andinos y ubicarlos apropiadamente en el espacio, en el tiempo y en relación a la tecnología empleada en el uso del recurso tierra. Conocer en mayor detalle estos arreglos espaciales y temporales así como la tecnología que aplican las poblaciones campesinas, permitirá estimar el real potencial de los cultivos andinos a la alimentación en su propia zona de origen. De la misma manera permitirá valorar adecuadamente la tecnología agrícola tradicional y los aportes que se pueden lograr, con la inclusión de los avances modernos de la ciencia agrícola.
La descripción, en detalle, del uso actual del suelo agrícola con especies andinas y andinizadas, en toda la cordillera de las montañas andinas que atraviesan el continente sudamericano, no es motivo de esta publicación. Sin embargo, se presentan los estudios específicos de áreas con mayor énfasis a los cultivos nativos para el caso del Perú, para ello se han tomado los estudios efectuados en los departamentos de Cajamarca, Junín. Ayacucho, Arequipa, Cusco y Puno, como casos de la alta diferenciación de sistemas productivos que se puede encontrar. En las Figuras 4, 5, 6, 7 y 8 se ha utilizado la simbología del Cuadro 6 que permite identificar los principales cultivos andinos en las diferentes zonas agroecológicas.
jueves, 29 de agosto de 2013
ESPACIO ECOLOGICO ANDINO
Un importante aporte al conocimiento de los recursos naturales (flora y fauna) de los Andes ha efectuado el botánico argentino Cabrera (1973), quien distingue las siguientes provincias biogeográficas en los Andes altos de la denominada región neotropical:
Provincia Prepuneña: limitada al norte de la Argentina, comprende laderas y quebradas secas entre los 1000 y 3400 msnm. La vegetación es arbustiva y de cactáceas, con escasa área dedicada a la agricultura.
Provincia Puneña: cubre la región denominada Puna entre los 15� a 27�S, con una topografía tendiente a altiplanos y bordeada por cordilleras en los extremos occidental y oriental. El altiplano de mayor extensión se ubica alrededor de los lagos Titicaca y Popóo (Perú y Bolivia), cuyas influencias crean las condiciones para una agricultura semiintensiva.
Provincia del Páramo: ocupa las altas montañas de Venezuela, Colombia y Ecuador entre los 3800 y 4500 msnm. Está desprovista de árboles. frecuentemente cubierta de neblina y con precipitaciones superiores a los 1000 mm. Las gramíneas son dominantes y de allí que su mayor uso sea como pastizales. Colinda con la provincia Altoandina y en este límite se da algún tipo de agricultura.
Provincia Altoandina: es la región más extensa y se prolonga de norte a sur en toda la extensión de los Andes. En la región tropical llega hasta los 4200 msnm, pero al sur su cota desciende a los 3000 msnm. El clima frío durante todo el año sólo permite una agricultura de especies tolerantes al frío como la papa amarga y la qañiwa, plantas domesticadas en la región de los Andes centrales.
En esta clasificación no se consideran las condiciones especiales de los valles interandinos que se extienden a lo largo de todos los Andes, desde los 2000 a 3500 msnm y que constituyen el área agrícola más importante.
En el estudio agroclimatológico de la zona andina, efectuado por Frère et al. (1975), se presenta una exhaustiva discusión sobre los suelos, la vegetación y el clima que ocurren a lo largo de esta extensa región. Los Andes septentrionales, centrales y meridionales se diferencian tanto por su latitud, como por los regímenes de lluvias y distribución de temperatura. Se hace mención en este estudio a la presencia y distribución de los principales cultivos, tanto nativos como introducidos. Se concluye que la región debe considerarse como una isla semiárida y en algunas partes árida. La mayor aridez se observa en la región sur donde, a partir del altiplano de Puno y Bolivia, la precipitación desciende ostensiblemente de 700 mm en el altiplano norte a menos de 250 mm en los salares. En cambio, en la región cercana al Ecuador (8�N a 20�S), la precipitación es mayor y las temperaturas son más constantes.
La altura en la ecorregión ondina (desde 1000 hasta más de 4200 msnm) y la orientación juegan un papel muy importante; hacia el occidente las condiciones son más secas y hacia el oriente o Amazonía más nubladas y húmedas. Sin embargo, pueden apreciarse diferencias a nivel micro, dando origen a las denominadas zonas homogéneas de producción, más dependientes de la formación de suelos, así como otras fuentes de humedad.
Se considera útil exponer las variaciones que se presentan a nivel local y que favorecen el desarrollo agrícola e incluyen sobre las posibilidades de producción de los cultivos andinos.
Como un ejemplo de la zonificación agroecológica se presenta la región de los Andes del Perú y el actual uso agrícola que se hace de sus tierras. Los Andes del Perú han sido descritos en numerosos estudios que incluyen estudios sobre su composición botánica (Weberbauer, 1948), así como las características ecológicas (Brack, 1988; Beck y Ellenberg, 1977) y el uso agropecuario (Tapia, 1990; Paz, 1992).
Como un avance de lo que podría ser un aporte al estudio agroclimático de los Andes, se presenta el ejemplo de la región central en los Andes del Perú (Tapia, 1990) donde se ha propuesto una zonificación agroecológica que considera diferentes niveles jerárquicos: a un nivel macro las subregiones, en un segundo nivel las zonas agroecológicas (ZA) como unidades ecotaxonómicas determinadas eminentemente por la altura y el clima y que definen la vocación agrícola. En un tercer nivel se incluye la diferenciación en cada zona agroecológica de las zonas homogéneas de producción (ZHP) determinadas por variables edáficas, así como las condiciones microclimáticas y finalmente las tecnologías implementadas que determinan la producción y la productividad potencial. Estas últimas serían las unidades agroecoproductivas básicas para entender las diferencias en rendimientos que comúnmente se detectan en los Andes a mayor altitud.
En esta clasificación agroecológica para la región altoandina (sierra) del Perú (Figura 3), se considera la presencia de seis subregiones, según las condiciones macroecológicas (latitud, humedad, topografía, influencia amazónica u oceánica).
La diferenciación de 18 zonas agroecológicas permite tipificar zonas con condiciones agroclimáticas comparables, basadas tanto en la precipitación total como su distribución, las temperaturas máximas y mínimas y la altitud sobre el nivel del mar, topografía y exposición (Figura 3 y Cuadro 5).
Esta clasificación ha considerado el actual conocimiento campesino, así como respetado las denominaciones locales para la definición de las zonas agroecológicas, tomándose en cuenta la propuesta de Pulgar Vidal (1981) en la determinación de las "regiones naturales".
Por la presencia de condiciones ecológicas tan densas y variables en estas montañas tropicales, las zonas homogéneas de producción permiten evaluar el real potencial de uso de los recursos naturales. Cada ZHP tiene un uso agrícola diferencial en cuanto a especies y a variedades y se esperan rendimientos diferenciables según las condiciones climáticas de cada año.
Ocurren como parches y para identificarlas se toman en cuenta factores no modificables como evapotranspiración y características edáficas como profundidad, textura del suelo, directamente relacionados a la producción agropecuaria, así como los factores tecnológicos modificadores del ambiente, como cambios en la pendiente, cambio del pH, disminución del riesgo de sequía a través del riego para los cultivos y para mejorar la productividad de los pastos, etc.
Es a nivel de las ZHP que se puede diferenciar el cultivo en los Andes de más de 40 especies vegetales, muchas de las cuales son autóctonas y otras se han adaptado plenamente a la ecorregión andina y son consideradas como especies andinizadas.
Provincia Prepuneña: limitada al norte de la Argentina, comprende laderas y quebradas secas entre los 1000 y 3400 msnm. La vegetación es arbustiva y de cactáceas, con escasa área dedicada a la agricultura.
Provincia Puneña: cubre la región denominada Puna entre los 15� a 27�S, con una topografía tendiente a altiplanos y bordeada por cordilleras en los extremos occidental y oriental. El altiplano de mayor extensión se ubica alrededor de los lagos Titicaca y Popóo (Perú y Bolivia), cuyas influencias crean las condiciones para una agricultura semiintensiva.
Provincia del Páramo: ocupa las altas montañas de Venezuela, Colombia y Ecuador entre los 3800 y 4500 msnm. Está desprovista de árboles. frecuentemente cubierta de neblina y con precipitaciones superiores a los 1000 mm. Las gramíneas son dominantes y de allí que su mayor uso sea como pastizales. Colinda con la provincia Altoandina y en este límite se da algún tipo de agricultura.
Provincia Altoandina: es la región más extensa y se prolonga de norte a sur en toda la extensión de los Andes. En la región tropical llega hasta los 4200 msnm, pero al sur su cota desciende a los 3000 msnm. El clima frío durante todo el año sólo permite una agricultura de especies tolerantes al frío como la papa amarga y la qañiwa, plantas domesticadas en la región de los Andes centrales.
En esta clasificación no se consideran las condiciones especiales de los valles interandinos que se extienden a lo largo de todos los Andes, desde los 2000 a 3500 msnm y que constituyen el área agrícola más importante.
En el estudio agroclimatológico de la zona andina, efectuado por Frère et al. (1975), se presenta una exhaustiva discusión sobre los suelos, la vegetación y el clima que ocurren a lo largo de esta extensa región. Los Andes septentrionales, centrales y meridionales se diferencian tanto por su latitud, como por los regímenes de lluvias y distribución de temperatura. Se hace mención en este estudio a la presencia y distribución de los principales cultivos, tanto nativos como introducidos. Se concluye que la región debe considerarse como una isla semiárida y en algunas partes árida. La mayor aridez se observa en la región sur donde, a partir del altiplano de Puno y Bolivia, la precipitación desciende ostensiblemente de 700 mm en el altiplano norte a menos de 250 mm en los salares. En cambio, en la región cercana al Ecuador (8�N a 20�S), la precipitación es mayor y las temperaturas son más constantes.
La altura en la ecorregión ondina (desde 1000 hasta más de 4200 msnm) y la orientación juegan un papel muy importante; hacia el occidente las condiciones son más secas y hacia el oriente o Amazonía más nubladas y húmedas. Sin embargo, pueden apreciarse diferencias a nivel micro, dando origen a las denominadas zonas homogéneas de producción, más dependientes de la formación de suelos, así como otras fuentes de humedad.
Se considera útil exponer las variaciones que se presentan a nivel local y que favorecen el desarrollo agrícola e incluyen sobre las posibilidades de producción de los cultivos andinos.
Como un ejemplo de la zonificación agroecológica se presenta la región de los Andes del Perú y el actual uso agrícola que se hace de sus tierras. Los Andes del Perú han sido descritos en numerosos estudios que incluyen estudios sobre su composición botánica (Weberbauer, 1948), así como las características ecológicas (Brack, 1988; Beck y Ellenberg, 1977) y el uso agropecuario (Tapia, 1990; Paz, 1992).
Como un avance de lo que podría ser un aporte al estudio agroclimático de los Andes, se presenta el ejemplo de la región central en los Andes del Perú (Tapia, 1990) donde se ha propuesto una zonificación agroecológica que considera diferentes niveles jerárquicos: a un nivel macro las subregiones, en un segundo nivel las zonas agroecológicas (ZA) como unidades ecotaxonómicas determinadas eminentemente por la altura y el clima y que definen la vocación agrícola. En un tercer nivel se incluye la diferenciación en cada zona agroecológica de las zonas homogéneas de producción (ZHP) determinadas por variables edáficas, así como las condiciones microclimáticas y finalmente las tecnologías implementadas que determinan la producción y la productividad potencial. Estas últimas serían las unidades agroecoproductivas básicas para entender las diferencias en rendimientos que comúnmente se detectan en los Andes a mayor altitud.
En esta clasificación agroecológica para la región altoandina (sierra) del Perú (Figura 3), se considera la presencia de seis subregiones, según las condiciones macroecológicas (latitud, humedad, topografía, influencia amazónica u oceánica).
La diferenciación de 18 zonas agroecológicas permite tipificar zonas con condiciones agroclimáticas comparables, basadas tanto en la precipitación total como su distribución, las temperaturas máximas y mínimas y la altitud sobre el nivel del mar, topografía y exposición (Figura 3 y Cuadro 5).
Esta clasificación ha considerado el actual conocimiento campesino, así como respetado las denominaciones locales para la definición de las zonas agroecológicas, tomándose en cuenta la propuesta de Pulgar Vidal (1981) en la determinación de las "regiones naturales".
Por la presencia de condiciones ecológicas tan densas y variables en estas montañas tropicales, las zonas homogéneas de producción permiten evaluar el real potencial de uso de los recursos naturales. Cada ZHP tiene un uso agrícola diferencial en cuanto a especies y a variedades y se esperan rendimientos diferenciables según las condiciones climáticas de cada año.
Ocurren como parches y para identificarlas se toman en cuenta factores no modificables como evapotranspiración y características edáficas como profundidad, textura del suelo, directamente relacionados a la producción agropecuaria, así como los factores tecnológicos modificadores del ambiente, como cambios en la pendiente, cambio del pH, disminución del riesgo de sequía a través del riego para los cultivos y para mejorar la productividad de los pastos, etc.
Es a nivel de las ZHP que se puede diferenciar el cultivo en los Andes de más de 40 especies vegetales, muchas de las cuales son autóctonas y otras se han adaptado plenamente a la ecorregión andina y son consideradas como especies andinizadas.
miércoles, 28 de agosto de 2013
CONDICIONES ECOLOGICAS DE LOS ANDES PARA EL DESARROLLO DE LA AGRICULTURA
Según las variables macroecológicas como disponibilidad de humedad, altura y topografía, los Andes pueden dividirse en Andes septentrionales, Andes centrales y Andes meridionales (Frère et al., 1975). Y de acuerdo a Troll (1968), los Andes pueden dividirse en: aquellos más húmedos o los Andes verdes, ubicados en la región septentrional desde Venezuela hasta el norte del Perú; los Andes centrales o amarillos, en los cuales habría que diferenciar el altiplano del lago Titicaca; y finalmente los Andes templados o meridionales.
El uso de la tierra para fines agrícolas en los Andes es muy diverso. Por ejemplo en la región septentrional, los niveles entre 1000 y 3000 msnm son intensamente utilizados en la agricultura; los Andes centrales tienen un uso mixto en agricultura y ganadería; el altiplano peruano-boliviano tiene una mayor vocación ganadera; mientras que en la región surandina en Chile y Argentina �con mayor altitud y un clima más adverso� se tiene un reducido uso agrícola y por lo tanto es menos poblada que las anteriores.
Se puede identificar que el área con utilización agropecuaria significativa se extiende desde los 8�N en Colombia hasta los 30�S en Chile y Argentina. Sin embargo, las variaciones en altitud, topografía y desarrollo de suelos explican la alta diversidad de sistemas agrícolas.
En el caso de la sierra en el Perú, ubicada en los Andes centrales, la región norte se caracteriza por una mayor disponibilidad de humedad y una topografía más suave; la región central con precipitaciones muy variables y topografía muy quebrada y en el sur se diferencia la presencia del altiplano del lago Titicaca que nace del nudo de Vilcanota y se prolonga hasta el sur de Bolivia con una topografía poco quebrada, pero su altitud, así como las tremendas variaciones climáticas en el año y entre los años ocasionan que se la considere como la subregión de mayor riesgo productivo. Las condiciones de humedad varían tanto de norte (más húmedo) a sur, como de oriente (más húmedo) a occidente, sobre todo en los Andes centrales. Razón por la cual se pueden diferenciar las cuencas occidentales más secas y las de la vertiente oriental con una mayor humedad.
Estas complejas condiciones ecológicas se repiten en diversas formas en cada uno de los países andinos y plantean el problema del manejo integral de la producción agropecuaria, en donde la alternativa más apropiada es relacionar la producción de las tierras altas y bajas de los Andes como el aspecto más importante para el desarrollo de estos países.
Numerosos esfuerzos se han efectuado para proponer planes de desarrollo alternativo para esta ecorregión; sin embargo, poca atención se ha prestado a la vocación agrícola diferenciada de sus principales zonas agroecológicas, faltando en este aspecto complementar el estudio entre el real potencial productivo y las alternativas tecnológicas a nivel de cada zona homogénea de producción y relacionarlas con las necesidades alimentarias de los países.
El uso de la tierra para fines agrícolas en los Andes es muy diverso. Por ejemplo en la región septentrional, los niveles entre 1000 y 3000 msnm son intensamente utilizados en la agricultura; los Andes centrales tienen un uso mixto en agricultura y ganadería; el altiplano peruano-boliviano tiene una mayor vocación ganadera; mientras que en la región surandina en Chile y Argentina �con mayor altitud y un clima más adverso� se tiene un reducido uso agrícola y por lo tanto es menos poblada que las anteriores.
Se puede identificar que el área con utilización agropecuaria significativa se extiende desde los 8�N en Colombia hasta los 30�S en Chile y Argentina. Sin embargo, las variaciones en altitud, topografía y desarrollo de suelos explican la alta diversidad de sistemas agrícolas.
En el caso de la sierra en el Perú, ubicada en los Andes centrales, la región norte se caracteriza por una mayor disponibilidad de humedad y una topografía más suave; la región central con precipitaciones muy variables y topografía muy quebrada y en el sur se diferencia la presencia del altiplano del lago Titicaca que nace del nudo de Vilcanota y se prolonga hasta el sur de Bolivia con una topografía poco quebrada, pero su altitud, así como las tremendas variaciones climáticas en el año y entre los años ocasionan que se la considere como la subregión de mayor riesgo productivo. Las condiciones de humedad varían tanto de norte (más húmedo) a sur, como de oriente (más húmedo) a occidente, sobre todo en los Andes centrales. Razón por la cual se pueden diferenciar las cuencas occidentales más secas y las de la vertiente oriental con una mayor humedad.
Estas complejas condiciones ecológicas se repiten en diversas formas en cada uno de los países andinos y plantean el problema del manejo integral de la producción agropecuaria, en donde la alternativa más apropiada es relacionar la producción de las tierras altas y bajas de los Andes como el aspecto más importante para el desarrollo de estos países.
Numerosos esfuerzos se han efectuado para proponer planes de desarrollo alternativo para esta ecorregión; sin embargo, poca atención se ha prestado a la vocación agrícola diferenciada de sus principales zonas agroecológicas, faltando en este aspecto complementar el estudio entre el real potencial productivo y las alternativas tecnológicas a nivel de cada zona homogénea de producción y relacionarlas con las necesidades alimentarias de los países.
martes, 27 de agosto de 2013
RELACION ENTRE LAS ESPECIES ANDINAS Y DE MESOAMERICA
s evidente que ha existido una relación muy importante entre las culturas mesoamericanas y de los Andes; esta hipótesis es reforzada por la presencia de especies domesticadas afines en ambas regiones. Los aztecas domesticaron y cultivaron el maíz, al igual que los quechuas lo hicieron en los Andes y es tanta su variabilidad que Grobman et al. (1961) sostienen que en los Andes del Perú se ubica un centro independiente de domesticación del maíz. Además de ello, en México se cultivó una quenopodiácea, a la que llamaron "huazontle" (Chenopodium nuttaliae), muy semejante a la quinua (Chenopodium quinoa).
En este tema, Nelson (1968), después de un extenso estudio concluye que Ch. quinoa y Ch. nuttaliae son dos especies estrechamente relacionadas. Sugiere además que en futuros trabajos de cruzamiento se debería utilizar Ch. berlandieri, la cual está muy relacionada a Ch. nuttaliae.
En México se cultiva también un amaranto el "huautli" o "alegría" (Amaranthus hipocondriacus) y que fue muy popular hasta la llegada de los españoles; una especie muy afín se conoce en los Andes, llamada kiwicha (Amaranthus caudatus) en la zona del Cusco, pero que recibe diferentes nombres desde Ecuador hasta el norte de la Argentina e incluye a A. edulis.
La lista de especies afines entre estas dos culturas es extensa, incluye además las cucurbitáceas y los frijoles o Phaseolus. Se han efectuado pocos estudios para conocer cómo pudo haber sido el medio de intercambio de semillas que debe haber ocurrido en algún tiempo antes de la llegada de los españoles. Se trata de un área que probablemente daría muchas luces en el conocimiento sobre el proceso mismo de la domesticación de especies en el nuevo mundo.
En este tema, Nelson (1968), después de un extenso estudio concluye que Ch. quinoa y Ch. nuttaliae son dos especies estrechamente relacionadas. Sugiere además que en futuros trabajos de cruzamiento se debería utilizar Ch. berlandieri, la cual está muy relacionada a Ch. nuttaliae.
En México se cultiva también un amaranto el "huautli" o "alegría" (Amaranthus hipocondriacus) y que fue muy popular hasta la llegada de los españoles; una especie muy afín se conoce en los Andes, llamada kiwicha (Amaranthus caudatus) en la zona del Cusco, pero que recibe diferentes nombres desde Ecuador hasta el norte de la Argentina e incluye a A. edulis.
La lista de especies afines entre estas dos culturas es extensa, incluye además las cucurbitáceas y los frijoles o Phaseolus. Se han efectuado pocos estudios para conocer cómo pudo haber sido el medio de intercambio de semillas que debe haber ocurrido en algún tiempo antes de la llegada de los españoles. Se trata de un área que probablemente daría muchas luces en el conocimiento sobre el proceso mismo de la domesticación de especies en el nuevo mundo.
sábado, 24 de agosto de 2013
FLORA ANDINA Y DOMESTICACION DE ESPECIES ALIMENTICIAS
En ciertas regiones
de los Andes, inicialmente la gran abundancia de plantas silvestres comestibles
disponibles para los indígenas hizo que no fuera imprescindible
el cultivo intenso del suelo. Sin embargo, en zonas menos privilegiadas
fue necesario colectar semillas y adecuar el medio para la producción
de los alimentos básicos; se inició entonces la agricultura.
Al principio sólo ciertas plantas fueron necesarias, como la papa
en las partes altas, el maíz y los frijoles en las áreas
intermedias y el ají y las calabazas en las regiones más
bajas y cálidas.
Lógicamente,
donde la naturaleza era más agreste, tanto por la altura como en
las serranías o en la costa desértica, los pueblos fueron
obligados a ampliar más prontamente el uso de diferentes especies
en la agricultura para lograr su supervivencia. Según Latcham
(1936), ésta sería la razón por la cual los principales
centros culturales están siempre en las áreas de ambiente
más difícil y en donde la existencia de los pueblos depende
directamente de los esfuerzos que se hagan en la agricultura, siendo esta
actividad la promotora del desarrollo.
Además del
maíz y de la papa, el hombre andino tuvo la necesidad de seleccionar,
a partir de numerosas familias botánicas, las especies que pudieran
balancear mejor su dieta.
El caso del maíz
y las especies acompañantes no es el único; la papa y los
otros tubérculos permiten ocupar diferentes tipos de suelos. La
quinua también, con sus diferentes ecotipos, permite un amplio
margen de adaptación a diferentes alturas para su cultivo.
El Cuadro
2 indica las principales especies alimenticias domesticadas en el
área andina y sus especies afines o silvestres, de donde probablemente
se originaron.
A partir de estas
especies y otras afines se inició el proceso de domesticación.
Se reconoce, sin embargo, que de las numerosas especies del mismo género
existen aquellas que por similitud morfológica y sistema de reproducción
se las considera especies afines; por ejemplo, del género Chenopodium
se reconocen por lo menos 20 especies cercanas a la quinua que están
presentes en los Andes (Guisti, 1970; Steibol,
1986; Risi y Galwey, 1984; Wilson,
1990).
De estas, las especies
que no son malezas tienden a mostrar adaptación a condiciones xerofíticas
y suelos salinos, así como otras son adaptadas a temperaturas más
bajas. Esto posiblemente representa una estrategia adaptativa primitiva
y quizás una preadaptación a ocupar áreas abiertas
(Wilson, 1976).
Gandarillas
(1986) efectuó diferentes hibridaciones entre quinuas y especies
silvestres (Ch. hircinum y Ch. petiolare) y cruzamientos
entre quinua y Ch. nuttaliae de las variedades Huazontle, Chia
y Kelite, notándose en la generación F1 un alto grado de
esterilidad. Sólo el híbrido entre Ch. quinoa y la
variedad Huazontle fueron enteramente fértiles. Sin embargo, el
autor concluye que Ch. quinoa y Ch. nuttaliae tienen diferente
origen, la primera en América del Sur y la otra en el Norte.
Cuadro
2
Principales especies alimenticias andinas y silvestres afines
Principales especies alimenticias andinas y silvestres afines
Nombre común | Nombre científico | Especies afines |
Granos |
|
|
Maíz | Zea mays | Tripsacum |
Quinua | Chenopodium quinoa | Ch. hircinum |
Qañiwa | Chenopodium pallidicaule | n.i. |
Amaranto | Amaranthus caudatus | A. hibridus |
|
|
|
Leguminosas |
|
|
Frijol | Phaseolus vulgaris | P. coccineous |
Tarwi | Lupinus mutabilis | L praestabilis |
Pajuro | Erythrina edulis | E. falcata |
|
|
|
Tubérculos |
|
|
Papa | Solanum andigenum | S. acaule |
Oca | Oxalis tuberosa | O. crenata |
Olluco | Ullucus tuberosus | U. aborigeneus |
Mashwa | Tropaeolum tuberosum | T. edulis, |
|
|
T. polyphyllum, |
|
|
T. sessifolium |
Raíces |
|
|
Arracacha | Arracacia xanthorrhiza | A.aequatoriales |
Yacón | Esmalantus sonchifolia | P. andina |
Chago | Mirabilis expansa | n.i. |
Ahipa | Pachyrhizus ahipa | P. tuberosus |
Maca | Lepidium meyenii | L. chichicara |
|
|
|
Frutales |
|
|
Tomate de árbol | Cyphomandra betacea | n.i. |
Capulí | Physalis peruviana | P. ixocarpa |
Tumbo | Passiflora mollisima | P. mixta |
El botánico
argentino Hunziker (1943) fue uno de los
primeros en estudiar el origen de la quinua; reseña que Humboldt,
Bonpland y Kunth describieron en 1815 dos variedades: A y B que fueron
denominadas viridescens y rubescens, a la cual Hunziker
añadió rutescens, basado sobre todo en la morfología
seminal. Risi (1986) ha estudiado la relación
de la quinua con sus parientes más cercanos, así como la
posición taxonómica de las otras quenopodiáceas cultivadas
(Cuadro 3).
Cuadro 3
Número cromosómico de especies silvestres y cultivadas de quinua
Número cromosómico de especies silvestres y cultivadas de quinua
Sección
|
Subsección
|
Especie
|
N�
disponible
|
Referencia
|
Chenopodia
|
Cellulata
|
Ch.
quinoa
|
2N=4X=36
|
Giusti
(1970)
|
|
(pericarpio
|
Ch.
berlandieri
|
2N=4X=36
|
Simmonds
(1965)
|
|
con
alveolos)
|
Ch.
hircinum
|
2N=4X=36
|
Giusti
(1979)
|
|
|
|
|
|
|
Lejosperma
|
Ch.
pallidicaule(a)
|
2N=2X=18
|
Lescano
(1976)
|
|
pericarpio
|
|
|
|
|
liso)
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Undata
|
Ch.
album
|
2N=6X=54
|
Cole
|
|
|
Ch.
mirale(b)
|
2N=2X=18
|
Giusti
(1970)
|
|
|
Ch.
ambrosoide(c)
|
2N=2X=16 |
Giusti
(1970
|
Fuente:
Risi, 1986
La domesticación
de la qañiwa es específica en las tierras más elevadas
y frías de los Andes (la Puna al sur del Perú y norte de
Bolivia).
Parece que su origen
ocurrió en forma independiente al de la quinua y que aún
hoy continúa su domesticación; el hecho de que muchos de
los ecotipos tengan un alto grado de dehiscencia lo confirma.
En el caso del género
Lupinus existe un elevado número de especies afines a la
especie domesticada, L. mutabilis. Se puede mencionar que se han
determinado 82 especies de Lupinus que están presentes en
los Andes centrales (MacBride, 1957).
La existencia en
la región andina de numerosos valles ubicados sobre los 2000 m
y muy cercanos a montañas, quebradas y altiplanos, permite no sólo
la presencia de una alta densidad de plantas, sino que pudieron darse
intensas actividades de intercambio entre estas áreas y lograr
de esta manera diversos procesos de domesticación, lo que justifica
la presencia de un elevado número de variedades de cada cultivo,
que aún hoy se cultivan.
En muchas ocasiones
se ha exagerado al mencionar el número de especies alimenticias
domesticadas de los terrenos andinos, ubicados sobre los 2000 msnm. Algunos
autores incluyen en sus listas especies utilizadas ocasionalmente, pero
cuyas características silvestres y naturales no han cambiado.
El Cuadro
4 presenta una lista de plantas que se consideran han sido cultivadas;
se han seleccionado tomando como condición básica el hecho
que el hombre haya modificado en algo su normal desarrollo fisiológico.
Es decir, haya recolectado o guardado la semilla, efectuado algún
proceso de selección o preparación del suelo y realizado
alguna labor agrícola. Estos cultivos constituyeron la base de
la alimentación a la llegada española en el siglo XVI.
Cuadro 4
Especies alimenticias originarias de la región andina
Especies alimenticias originarias de la región andina
Nombre
común
|
Nombre
Científico
|
Familia
Botánica
|
Altura
de crecimiento óptimo (msnm)
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Tubérculos
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Papa
(P,B,E)
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Solanum
andigenum
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Solanácea
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1000
- 3900
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Papa
amarga (P,B)
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Solanum
juzepczukii
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Solanácea
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3900
- 4200
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Oca
(E,P,B,C)|
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Oxalis
tuberosa
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Oxalidácea
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1000
- 4000
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ibia (C), cuiba (V) |
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Olluco, ulluco (P,B) | Ullucus tuberosus | Baselácea |
1000
- 4000
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papalisa, melloco (E) |
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Mashua, isaño, añu (P;B) | Tropaeolum tuberosum | Tropaeolácea |
1000
- 4000
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cubio (C) |
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Raíces
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Arracacha
(C,P,B)
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Arracacia
xaanathorrhiza
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Umbelífera
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1000
- 3000
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zanahoria blanca (E)
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Achira
(P,B)
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Canna
edulis
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Cannácea
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1000
- 2500
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Ajipa
(B), jícama (P)
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Pachyrhizus
tuberosus
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Leguminosa
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1000
- 2000
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Yacón,
aricoma (P,B),
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Esmalantus
sonchifolia
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Compuesta
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1000
- 2500
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Jiquima (E,C)
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Chago
(P), mauka (B),
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Mirabilis
expansa
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Nyctaginácea
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1000
- 2500
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Miso (E)
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Camote,
apichu (P;B)
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Ipomea
batata
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Carnolvulácea
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0
- 2800
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Maca
(P)
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Lepidium
meyenii
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Crucífera
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3900
- 4100
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Granos
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Maíz,
saraa (P,B,E)
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Zea
mays
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Gramínea
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0
- 3000
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Quinua
(E,P,B)
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Chenopodium
quinoa
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Chenopodiácea
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0
- 3900
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Qañiwa
(P)
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Chenopodium
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Chenopodiácea
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3200
- 4100
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Cañagua (B)
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pallidicaule
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Amaranto,
coyo (P)
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Araranthus
caudatus
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Amarantácea
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0
- 3000
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achis, achita (P)
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kiwicha, millmi (B,A),
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coimi (B)
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Leguminosas
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Tarwi
(P), chocho (P,E)
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Lupinus
mutabilis
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Leguminosa
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500
- 3800
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Frijol,
poroto (P)
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Phaseolus
vulgaris
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Leguminosa
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100
- 500
|
Pallar
(P), cachas (C)
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Phaseolus
lunatus
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Leguminosa
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0
- 2500
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Pajuro
(P), balu (C)
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Erythrina
edulis
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Leguminosa
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500
- 2700
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Cucurbitáceas
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Zapallo
(P,B)
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Cucurbita
máxima
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Cucurbitácea
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500
- 2800
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Achoqcha
(B)
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Ciclanthera
pedata
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Cucurbitácea
|
100
- 2500
|
caygua (P)
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Frutales
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Pepino
(P), kachum (B),
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Solanum
variegatum
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Solanácea
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mataserrano (P)
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Solanum
muricatum
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Capulí
(P), uchuba (C)
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Solanácea
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uvilla (E)
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Sachatomate
(P),
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Cyphomandra
betacea
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Solanácea
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tomate de árbol (E),
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berenjena (P)
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Granadilla
(P)
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Passiflora
ligularis
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Passiflorácea
|
800
- 3300
|
Tumbo
(P), curuba (C)
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Passiflora
mollisima
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Passiflorácea
|
2000
- 3000
|
tacso, tin-tin (P)
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Curuba
de indio (B)
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Passiflora
mixta
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Passiflorácea
|
2500
- 3600
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Tin-tin,
poroporo (P)
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Passiflora
pinnatispula
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Passiflorácea
|
2500
- 3800
|
Curuba
antioqueña (C),
|
Passiflora
antioquensis
|
Passiflorácea
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1000
- 2000
|
curuba quiteña (E)
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Granadilla
real (P)
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Passiflora
quadrangularis
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Passiflorácea
|
0
- 2500
|
Chirimoya
(B,P)
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Annona
cherimola
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Annonácea
|
1000
- 3000
|
Lúcuma
(P,B)
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Lucuma
aborata
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Sapotácea
|
0
- 2500
|
Pasakana,ulala
(B)
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Eriocereus
tephracentus
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Cactácea
|
0
- 2500
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Pasakana
de Chuquisaca
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Trichocereus
herzoqianus
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Cactácea
|
0
- 2500
|
(B)
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Papayuela
(C)
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Carica
candamarcensis
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Caricácea
|
1000
- 3000
|
Chilhuancan
|
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Chiglacan (E)
|
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Mora
de castilla (C,P)
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Rubus
glaucus
|
Rosácea
|
2000
- 3000
|
Ciruela
de fraile (P)
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Bunchosia
armeniaca
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Malpigiácea
|
500
- 2500
|
A:
Argentina, B: Bolivia, C: Colombia, E: Ecuador, P: Perú, V: Venezuela
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