Se han analizado tanto el origen y
la domesticación de los cultivos andinos, la producción,
así como su valor nutritivo, consumo y las posibilidades agroindustriales.
De la revisión de la bibliografía existente y los ensayos
realizados se concluye que las investigaciones básicas sobre los
cultivos andinos se encuentran ya bastante avanzadas y se seguirán
complementando. Existe por ejemplo cada dos años el compromiso
informal de los países andinos de apoyar la realización
de Congresos de Cultivos Andinos, habiéndose realizado en 1994
el octavo encuentro en Valdivia, Chile, prosiguiendo una experiencia que
se inició en Ayacucho, Perú, en el año 1977.
A pesar de las múltiples investigaciones
realizadas quedan numerosas acciones y estudios pendientes. La producción
de semilla seleccionada parece ser una de las prioridades pero debe estar
acompañada por la industrialización, comercialización
y el impulso al consumo que son tareas que deben reforzarse. Para tal
fomento a nivel nacional se necesita la decisión política
y el apoyo oficial.
Desde algunos años se han iniciado
igualmente acciones concretas para incrementar su cultivo y uso, pero
es en estos últimos campos donde en realidad queda mucho por hacer
y se deben concentrar los esfuerzos futuros. Es un ejemplo muy importante
la experiencia en Ecuador y Bolivia en donde se ha fomentado el cultivo
agroindustrial de la quinua (Wahli, 1990).
Igualmente es interesante el caso de Bolivia, donde en los últimos
años se ha iniciado un esfuerzo muy fuerte en la agroindustria
de la quinua y su exportación a diferentes mercados internacionales.
En el Perú destaca el fomento del cultivo de la kiwicha y su gran
difusión a nivel industrial, a través de la planta de Incasur,
así como de otras pequeñas industrias en el Cusco, de igual
manera la agroindustria de la maca en la sierra central. El avance en
la agroindustria de los frutales nativos en Colombia data ya de varios
años.
Las principales razones que justifican
estos esfuerzos y las acciones que se podrían incrementar en los
próximos años son las siguientes:
� Los cultivos andinos son plantas
autóctonas y totalmente adaptadas a las condiciones ecológicas
de los Andes.
� El valor nutritivo de estos
cultivos se complementa muy bien con los alimentos más populares,
como el arroz, el trigo y la papa. Por ejemplo los granos andinos son
reconocidos en el mundo científico internacional por la alta
calidad de su proteína; el lupino andino por su alto valor proteico
y de grasa; los tubérculos y raíces como fuentes de calorías,
así como los frutales por su contenido en vitaminas.
� Los tubérculos y raíces
pueden tener, por su resistencia al frío (maca) y su potencial
volumen de producción, como el caso de la oca, olluco y mashua
un lugar muy importante en el abastecimiento de alimentos.
� Hay suficientes ensayos que
comprueban la factibilidad de reemplazar por lo menos parcialmente a
muchos alimentos que se importan en la actualidad, como la harina de
trigo, por los cultivos andinos o de sustituir la leche por preparados
similares en base a quinua, qañiwa, amaranto y tarwi.
Por lo tanto, el fomento del consumo
de estas especies podría mejorar sustancialmente la alimentación
y nutrición de la población de los países andinos,
así como disminuir la importación de alimentos foráneos.
Si ésta es la situación,
�cuáles son las razones para que a pesar de las obvias ventajas,
de las especies descritas no se hayan difundido con mayor amplitud e incluso
algunas estén disminuyendo?
Se pueden enumerar algunas de las razones:
� El hecho de que estas especies
tengan algún componente que hace necesario un tratamiento previo
al consumo; un tamaño pequeño; o un gusto que no sea agradable
para una parte de la población.
� Un sentimiento social, de que
estos alimentos son para campesinos o para personas de bajo nivel socioeconómico.
� El desconocimiento de las formas
de preparación y consumo.
� El hecho de que el cultivo de
algunas de estas especies se ha probado fuera de los Andes y no se llegaron
a adaptar del todo.
Existen sin embargo otros factores
para tomar en cuenta. Se advierte por ejemplo que el fomento no debería
orientarse a una especie aislada. Siendo el territorio agrícola
tan heterogéneo, se requiere el conjunto de las especies para ocupar
mejor los diferentes nichos ecológicos y gracias a su adaptación
diferenciada, asegurar el uso óptimo del suelo.
Aunque existe una variedad de granos,
leguminosas, tubérculos, raíces y frutales que permiten
mejorar los sistemas de rotación y contar con variadas fuentes
de alimentos que se complementan, una de las desventajas fundamentales
parece ser la baja productividad actual. Generalmente, los agrónomos
sugieren de inmediato que hace falta mejorar las variedades y la tecnología
de producción, lo que es sólo parcialmente cierto.
Se puede decir que en la actualidad
existe la tecnología agrícola para mejorar la producción
de cada uno de los cultivos mencionados. Lo que se requiere es un programa
de promoción integral. Salis (1985)
opina que la promoción de estas especies debe estar ante todo sustentada
en incentivos al productor, ofreciéndole las mejores condiciones
para la producción y la comercialización. La Figura
43 presenta los elementos que deberían incluirse en un programa
de promoción.
Figura 43
Elementos de un programa de promoción de cultivos andinos
Elementos de un programa de promoción de cultivos andinos
Fuente:
Salis, 1985
No hay comentarios.:
Publicar un comentario