El avance de la investigación en los granos andinos no es uniforme; mientras que en la quinua y el amaranto se tienen numerosas variedades e información, en lupinus se ha postergado la atención que se había intensificado a fines de los años 70, liderada entonces por los trabajos en la Universidad del Cusco y la GTZ alemana. La qañiwa igualmente recibe poca atención.
La investigación en técnicas productivas está relegada a pesar que algunas experiencias evidencian el incremento del potencial productivo mediante el control de factores como densidad de siembra y distribución de la humedad a través del riego o manejo apropiado del suelo.
En quinua faltan completar mejoras en técnicas de cosecha y trilla, aunque ya se han probado con éxito trilladoras estacionarias. Un aspecto que puede ser muy negativo y requiere atención es el ataque de pájaros a los campos de quinuas cuando están maduras en las semanas previas a la cosecha del grano; se han utilizado repelentes con éxito relativo.
Algunas variedades de quinua tienen todavía mezclas de granos oscuros, lo que baja la calidad del producto. El contenido de saponina no constituye problema, siendo posible su eliminación con la escarificación y el proceso combinado húmedo-seco. Las variedades dulces de quinua que se propagan actualmente son sólo una parte del potencial que existe.
A través de la investigación se deberán seleccionar para los climas más húmedos las variedades de quinua con características orientadas a ser asociadas a cultivos como maíz y habas, ya que la siembra en forma asociada es una práctica muy común en estas áreas.
En amaranto se debe incidir en la selección de ecotipos precoces y de panoja erecta que faciliten la cosecha. Al igual que en la quinua, faltan avances para mejorar las labores de la trilla y de la transformación. La transformación de la biomasa en alimento animal es una posibilidad para zonas donde la quinua se desarrolla en plantas de más de 2 m de altura.
El caso de la qañiwa es especial. Es un cultivo muy apropiado para los terrenos ubicados a gran altitud y expuestos a bajas temperaturas. Sin embargo se debe seleccionar material para disminuir la dehiscencia o caída del grano. Un gran futuro se espera de las labores de selección actualmente en curso (INIAA, Puno, Perú) para contar con variedades de las formas erectas o saiwas y de las lastas o aquellas que ofrecen más biomasa y convierten a la qañiwa en una excelente especie forrajera. La cosecha y el manejo de estos granos, así como su industrialización requieren mayores perfeccionamientos.
En el tarwi se requieren nuevas variedades, adecuadas para los diferentes medios andinos, así como el control de algunas plagas que pueden afectar la instalación del cultivo. Un aspecto que demanda estudio es el efecto que parece tener el cultivo sobre algunos nutrientes del suelo. Aparentemente, el cultivo extrae una cantidad alta de fósforo que afecta las producciones siguientes. Nuevamente, como en el caso de los granos andinos, la tecnificación de la cosecha debe recibir mayor atención.
Modelos de trilladoras de habas utilizadas en Europa, pueden mejorarse para poder trillar los duros tallos e inflorescencias del tarwi. Actualmente la trilla se hace golpeando con bastones y es una tarea muy pesada.
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domingo, 26 de enero de 2014
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