El amaranto es cultivado tanto en América como en Africa y Asia. En Sudamérica se lo cultiva en pequeñas parcelas desde el sur de Colombia hasta el norte de la Argentina.
El área dedicada a la producción de este grano es casi marginal en la sierra de Colombia y Ecuador y los campos más frecuentes se encuentran en los valles interandinos de Perú, Bolivia y el norte de la Argentina (Sumar, 1993; Lescano, 1994).
Recibe diferentes nombres, siendo conocido en la región andina del Perú como kiwicha en el Cusco, achita en Ayacucho, achis en Ancash, coyo en Cajamarca y qamaya en Arequipa. En Bolivia se le denomina coimi; millmi en Argentina; y un tipo de amaranto de color oscuro se llama sangoracha en Ecuador.
Al género Amaranthus pertenecen hasta cuatro especies que fueron cultivadas en América antes de la llegada de los españoles:
A. hipochondriacus } de Mesoamérica
A. cruentus
A. caudatus } de los Andes
A. edulis
Algunos autores consideran al A. edulis como sinónimo de A. caudatus.
El "huautli" de los aztecas (A. hipochondriacus) tuvo mucha importancia para la alimentación de ese pueblo. Tanto que Fray Bernardino de Sahagún, cronista español y buen conocedor de las tradiciones gastronómicas del antiguo México, menciona que existía el festival del "huautli".
Parece ser que para algunas ceremonias religiosas se utilizaba esta planta. Hernán Cortés es el primer europeo que la menciona; al escribir una carta al rey de España, el conquistador relató que los ídolos de los aztecas eran hechos de una mezcla de varias semillas molidas, amasadas con sangre humana. Sauer (1950) opina que aunque Cortés no lo señala específicamente, existen muchas razones para creer que una de las semillas fue el amaranto (llamado bledo por los españoles). La razón es que los antiguos mexicanos moldeaban un ídolo de una mezcla llamada "zoale" y que esta era hecha de un importante cultivo llamado "huautli".
El amaranto de los Andes no alcanzó la misma importancia y se lo cultivaba en parcelas pequeñas y aisladas. Nuevamente Sauer (1950) señala que, a diferencia de México, el uso del grano de amaranto en los Andes era bastante restringido. Debe haber sido un cultivo menor y en muchos casos se le confundió con la quinua. El "huautli" del imperio azteca fue reemplazado por el maíz en el Tawantinsuyo. El pan sagrado "sankhu" para algunas ceremonias cusqueñas se preparaba con maíz (Means, 1931).
En los Andes, el cronista jesuita Fray Bernabé Cobo (1653) hizo una referencia al amaranto y lo distinguió claramente de la quinua. Indicó que en la ciudad de Huamanga (Ayacucho) era común ver unos dulces hechos de la semilla de bledos y miel; la misma preparación en forma de bolitas se puede encontrar en la actualidad en esa ciudad.
Recién a comienzos de este siglo se volvió a mencionar al amaranto. Tellung (1914) publicó un informe de Spegazzini, indicando que "los indios Chiriguanos de Tarija en Bolivia cultivan un amaranto de semilla blanca, bajo el nombre de "grano inka".
En 1915, el geógrafo O.F. Cook, integrante de la expedición de Hiram Bingham, descubridor de Machu Picchu, colectó semilla de amaranto, llamada "quihuicha" en el valle de Urubamba, cerca de Ollantaytambo. Más tarde el mismo Cook (1925) escribió que esta especie se cultivaba en los valles templados cercanos a Ollantaytambo y que los campesinos hacían reventar el grano, igual que el maíz.
Los primeros estudios botánicos se realizaron en Cusco, por el profesor José S. Barranca, quien en 1892 lo incluye en la lista de plantas feculentas propias del Perú y la denomina erróneamente Chenopodium chita. O.F. Cook lo describe para el valle de Urubamba en 1915. El botánico cusqueño Fortunato Herrera (1940) menciona que la "quihuicha" se debe considerar como una nueva especie para la ciencia, diferente a A. edulis, y que es un cultivo de la época preinca cuya disminución habría ocurrido en años recientes. Cárdenas (1949) opina lo mismo respecto a la situación del cultivo en Bolivia.
Un aporte sumamente interesante para el conocimiento del origen del amaranto cultivado en los Andes Centrales, es el que hace Coons (1982), quien menciona que el ancestro del Amaranthus caudatus no sería A. hibridus, sino una especie semidomesticada de amaranto de color oscuro que crece en Ecuador.
Los estudios agronómicos de esta especie en el Perú se iniciaron en la Universidad del Cusco desde 1973, a cargo de Oscar Blanco y recibieron mayor impulso en la década del ochenta gracias a la dedicación de Luis Sumar, emprendiéndose una intensa campaña para su fomento en 1986.
Es oportuno mencionar que en la campaña agrícola de 1979-80 se evaluó en los campos experimentales de la Universidad del Cusco, una colección de 18 ecotipos de amaranto, que fueron coleccionados por Mario Tapia en Tarija, Bolivia, y que probablemente están relacionados con la especie A. edulis. La mayoría de las accesiones, originarias de aquellas muestras, presentan la característica poco conocida en el sur del Perú, de una inflorescencia erecta y que además se relaciona con una buena producción de grano.
Anteriormente se había dedicado mayor atención a la selección de ecotipos aptos para la producción de pigmentos vegetales (Sumar, 1986). Estos nuevos ecotipos con un mayor potencial productivo de granos permitieron que se seleccionaran algunas líneas, posteriormente denominadas como variedades Oscar Blanco y Noel Vietmayer.
Con el apoyo del CIRF-FAO, la coordinación del proyecto PISCA y la participación de profesores de la Universidad del Cusco, se colectó en Ecuador, Perú y Bolivia el material genético de estas especies (270 ecotipos) durante 1981-82. Así se dio inicio al establecimiento del banco de germoplasma de amaranto que se conserva actualmente en el Cusco y que cuenta con 800 accesiones (Sumar, 1993); a partir de esta colección ex situ se ha podido distribuir material de esta especie en todo el mundo.
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